3 de agosto de 2007

Ésta es tu noche Cenicienta...

Era tanta la rabia que llevaba dentro que ésta secó mis lágrimas.
Siempre he creído que llorar era para los débiles, por eso cuando recibía algún golpe de la vida y conseguía no llorar lo consideraba un acto heroico, guardándolas para los momentos de soledad, y ahora que ya no puedo soportarlo más me falta un hombro sobre el que derramarlas...
Ya no era como antes, había cambiado hasta tal punto que había perdido todo magia que pudiera haber albergado nunca; ya no era el mismo y ella se había resignado durante mucho tiempo a darse cuenta de ello, ya nada volvería a ser como antes...
Quizá sus palabras no fuesen de corazón, quizá no lo dijese con mala intención, aunque lo cierto es que siempre hemos pretendido hacernos daño porque no sabemos tratar con los sentimientos, porque nos pierde el rencor y el resentimiento, porque nunca hemos sabido ser sinceros...
-No te preocupes que de ahora en adelante haré mi vida sin contar con vosotros.-
Pero qué dices, si eso es lo que siempre has hecho, y yo como una idiota he estado esperándote, defendiéndote, idolatrándote, ilusionada cada vez que llamabas aunque no preguntases por mí, esperando a que te dignases a aparecer alguna vez, a que te acordases de nosotros, de mí...
Demasiados planes que se quedaron en eso, demasiadas ilusiones que fueron arrancadas de mi interior para convertirse poco a poco en lágrimas que no podía derramar, en una pena dífícil de soportar... Siempre encontrabas alguna excusa y yo hacía por comprenderla, ¡qué tonta!
De lo que no te has dado cuenta es de que nos hemos distanciado, de que ya ni siquiera me conoces, de hecho creo que nunca lo llegaste a hacer...
Te deseo lo mejor aunque no lo creas.

No hay comentarios: